que me quieres, aunque esta palabra repetida,
en tus labios, el canto del cuclillo recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera
llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del cuclillo.
Me saluda en las sombras, amado mío, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,
clamo: «¡Vuelve a decir que me quieres!» ¿Quién
teme un exceso de estrellas, aunque los cielos colmen,
o un exceso de flores ciñendo todo el año?
Di que me quieres, di que me quieres: renueva
el tañido de plata ; mas piensa, amado mío,
en quererme también con el alma, en silencio.
Me encanta ese juego iterativo del dilo, abriendo el poema, como un eco, que no permita el olvido, y la memorización del cuclillo como un referente del poema, necesario para el recuerdo del amor, y esa recomendación de cierre de que no sólo la ame, sino también con el alma. Qué bien manejas el sentimiento lírico. Un abrazo. carlos
ResponderEliminargracias por leerme Carlitos...un abrazo para ti también
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